Ubicado al occidente del Cusco a 3300 m.s.n.m. desde allí se aprecia la cordillera de Urubamba y las cumbres níveas de «La Verónica» (5682 m.s.n.m.) y el «Chikón» (5530 m.s.n.m.) Su ocupación importante empezó cuando los nobles cusqueños del Incario fueron despojados de sus palacios en el Qosqo y tuvieron que salir a establecerse en pequeños pueblos como Maras. Posee una iglesia de adobe, típica de la arquitectura religiosa pueblerina, al interior de la iglesia se guardan lienzos de la Escuela Cusqueña.
Luego nos dirigiremos hacia las Salineras ubicadas a 7 km de Moray. Hacia el noroeste del pueblo de Maras se encuentran las famosas salineras conocidas por algunos como «minas de sal» están constituidas por unos 3000 pozos pequeños, construidos a un costado de la montaña de «Qaqawiñay», que durante la época de sequía se llenan o «riegan» cada 3 días con agua salada que emana de un manante natural ubicado en la parte superior de los pozos para que al evaporarse el agua, la sal contenida en ésta se solidifique paulatinamente. Ese proceso continuará aproximadamente por un mes hasta obtener un volumen considerable de sal sólida que se provee al cusco.
El circuito arqueológico de Moray es un grupo arqueológico único en su género. Se trata de depresiones u hoyos naturales gigantescos en formas de círculos, en la superficie del terreno que fueron utilizados para construir en sus contornos terrazas o andenes agrícolas con sus respectivos canales de irrigación. Lo que llama poderosamente la atención es la diferencia de temperatura anual media entre la parte superior y el fondo de las depresiones.
Moray, por sus condiciones climáticas y otras características, fue un importante centro de domesticación, aclimatación e hibridación de especies vegetales salvajes que fueron modificadas o adaptadas para el consumo humano.